Librería en el Escorial |
Mi corazón sabia que debía ir al Escorial, desconocía el por qué, pero al bajar del tren, ya en el pueblo de San Lorenzo, me encontraba un poco perdida, sin saber qué buscar, a dónde debía ir, solo me decía, sigue adelante, camina hacia adelante, fueron sólo unos 100 metros y me topé con la Librería de Libros Antiguos, y ahí estaba un anuncio que decía "Hoy clase de Meditación", entré en la librería sin dudarlo, saludé, había una mujer, parecía la dependienta, me acerqué y le pregunté por la clase, me respondió titubeante,y me indicó que lo impartirían en una hora aproximadamente, le pregunté además si podía entrar a mirar el local, y de manera amable me señaló que viera lo que me apeteciera, caminé, observé, respiré, sentí el local, al final de mi breve recorrido meditativo por la librería, volví a ella, su rostro me parecía familiar, me presenté, le dije soy María, le hice comentarios sobre lo bello del lugar, y sentí que ella quería decirme algo y no se atrevía, volví a abordarle sobre el tema de la clase de meditación, a lo que me respondió, mira tengo un problema, el instructor que iba a venir, no podrá hacerlo, ha tenido un problema de salud y tengo una lista de asistentes al evento, no sé que voy hacer, sin pensarlo dos veces, le dije, yo soy Instructora, puedo ayudarte, abrió lo ojos con sorpresa, y sonreímos; en ese momento entró al local un hombre, me giré para ver su rostro y esta vez la sorprendida fui yo, era mi amigo José, nos conocimos en la época en que ambos aprendíamos a meditar, de esto ya hace muchos años, saludamos muy emocionados por esta coincidencia de encontrarnos, José y la mujer de la librería también eran amigos, mi amigo me preguntó cómo me iba con mi blog, con mi incursión en el arte, y mis clases de meditación, de igual manera le pregunté a él, qué de nuevo había en su vida, a lo que el respondió, no tanto como lo que haces tú, pero voy dando mis pasos, este comentario de mi amigo me hizo pensar , a veces no sé si es exagerado todo lo que hago, y me cuestiono, ¿tendría que ir más despacio?...., al terminar nuestra pequeña conversación la mujer de la librería le dijo a José, María impartirá el curso hoy, sonreí y asentí con la cabeza, le dije, podríamos hacerlo frente al ventanal con vistas a la montaña, y el río que atraviesa, me dijo, adelante, haz lo que te parezca mejor.
José me ayudó a colocar las sillas, y como él y yo sabemos, antes de una charla no hay preparado nada, vamos permitiendo que el momento sea como tiene que ser y se va haciendo, vivimos en este estado, de permisión.
Empezaron a llegar los asistentes, se fueron ubicando en sus asientos, eran aproximadamente 20 personas, incluido mi amigo José y la dependienta de la librería, que había resultado ser la dueña, yo me coloqué entre los asistentes, como una participante más, el salón no era muy amplio, lo que si era grande era el ventanal que daba a la montaña, era una vista inmejorable. Empezamos puntuales, sentados todos, invité a ponerse cómodos en la silla, con los pies tocando el suelo, sin cruzarlos, las manos sobre el regazo, cerramos los ojos, y con nuestra atención en nuestra respiración, durante 45 minutos, sentimos el aire fresco que entra por nuestra nariz y el aire caliente que sale por la misma, con alguna recomendación durante estos 45 minutos, por si a alguno se nos iba la atención a los pensamientos, volvíamos a atraer la atención a la sensación en la respiración.
Al finalizar, pedí a los asistentes mover suavemente las manos y los pies, para ir despertando el cuerpo que se había mantenido quieto, y a continuación abrimos los ojos despacio, lentamente, lo primero que vimos al abrir los ojos, fue la montaña, nos maravilló a todos, duró lo que dura un suspiro, pero este momento quedará guardado para siempre en nuestra memoria porque va cargado de una emoción placentera, a este momento mágico lo acompañó una lágrima, que no es más que el amor sin palabras.......
"Tell the truth in every fiction" Cindy Sherman
Gracias por vuestra lectura atenta, un abrazo de corazón.
María Helena