Lester y Piore en su libro Innovation, the missing dimension, 2004, comentan que aunque la innovación depende de dos procesos, el análisis y la interpretación, las organizaciones corren el peligro de centrarse en el primero y olvidarse de interpretar.
Ya han pasado casi diez años desde que compartieron este pensamiento y es curioso como en estos momentos donde nos cuestionamos absolutamente todo y donde nada es predecible, seguimos analizando y moviéndonos en el terreno de lo concreto.
Si queremos ver cambio deberiamos reflexionar sobre nuestra capacidad de interpretar y empezar a ponerla en práctica.
Aunque a simple vista puede parecer una tarea sencilla, a la hora de la verdad interpretar es un ejercicio creativo para el que no todos estamos preparados. Falta de costumbre, falta de habilidades, es lo mismo, empieza por :
Escuchar: las personas, sus experiencias, sus historias, lo que han vivido y lo que nos cuentan, vuelven a ser una vez más prioritarias frente a los datos cuantitativos. Para ello, debemos escuchar, conversar y observar. Se trata de encontrar reflexiones más profundas para tratar de entender la situación y, a partir de ahi, construir.
Preguntar: a los demás, sean quienes sean y por supuesto a uno mismo. Preguntar constantemente, cómo , dónde, cuando y sobre todo por qué y para qué. Hay que profundizar , ir al origen y para ellos se necesitan muchas preguntas. Las primeras que hagas nunca te revelarán nada interesante.
Buscar: tenemos que ser tolerantes con la ambiguedad, aprender a vivir con el desconcierto, buscar incluso cuando no sabemos lo que estamos buscando, provocar otro tipo de investigación, de nuevo mucho más reflexiva.
Combinar: perfiles, pensamientos, sectores, disciplinas... y cualquier cosa que se nos ocurra. la heteregoneidad es vital para abrirnos a nuevas situaciones que nos puedan resultar muy inspiradoras a la hora de interpretar respuestas.
Arriesgar: para acertar en el terreno de lo incierto es poco probable que hubiera una fórmula magistral . Es un trabajo de prueba y error, sin tener miedo a equivocarse.
Aceptar: no hay una única verdad, igual que no hay una sola opinión o una sola respuesta. La riqueza se encuentra en la humildad y en la aceptación de que todas ellas son importantes para descubrir cosas nuevas.
Pero la interpretación no puede ser un trabajo de una sola persona. Es un trabajo colectivo, una actitud que debe trasladarse a toda la organización, porque su poder, salvo excepciones, reside en el grupo y en la puesta en común de lo que se ha interpretado.
Si todos nosotros nos hemos abandonado a la causa de buscar oportunidades en lo abstracto, a parte de descubrir cosas que no conociamos llegaremos a comprender mejor y a interpretar lo que antes no éramos capaces de ver.
Fuente : Revista Yorokobu No. 28, por Soulsight.
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