Foto de mi autoría, tomada en el Museo Reina Sofía de Madrid |
Una reflexión de José Antonio Marina sobre la motivación: hay dos tipos de motivación: Una la sentida emocionalmente y otra la pensada a palo seco. El Psicólogo Albert Ellis dice " ya es hora de que digamos a nuestros clientes(pacientes) que se puede realizar una acción aunque no se tenga ganas de hacerla".
Hasta ahora se pensaba que para actuar (obrar) había que sentir. Hoy se sabe que el sentimiento aparece cuando empezamos a actuar.(William James, del libro Aprendo a vivir, Bernabé Tierno).
Obrar, comportarnos - como si-, tuviéramos en realidad el sentimiento que deseamos adquirir y no obrar conforme al sentimiento que pretendemos desechar.
Pero ¿tenemos, un dominio directo sobre el sentimiento? ¿No? Podemos provocarlo por medio del pensamiento(ideas), ya que, necesariamente, las ideas tienen que pasar por él en su evolución hacia los actos. Pero también podemos provocar el sentimiento por medio de los actos, obrando, como si, ya tuviéramos el sentimiento deseado.
Queda claro que no tenemos un dominio directo sobre los estados afectivos (sentimientos), aunque podemos llegar hasta ellos indirectamente y por su mediación actuar con gran energía sobre las ideas y los actos. Cuando estamos en posesión de un determinado sentimiento , ya sea de tipo instintivo o adquirido y provocado, está en nuestras manos desarrollarlo y potenciarlo al máximo hasta convertirlo en una fuerza tremenda, desmedida, casi incontenible que llamamos "pasión". Esta pasión, esta energía sin limites, alimentada por el entusiasmo y una actitud mental tan positiva que es capaz de conseguir objetivos que se consideraban inalcanzables, milagrosos" , es la que ha alentado a los hombres y mujeres que más han hecho por la humanidad en todos los campos : ciencias, letras, artes, política, religión, acción social, etc.
La acción parece continuar al sentimiento, pero en realidad van juntos (William James).
Bien, por otro lado, debemos tener cuidado de la procrastinación, producida por una falta de concentración en una cosa a la vez, por lo que si hacemos una cosa y pensamos en otra, vamos postergando lo que tenemos pendiente. La mente se distrae en un millón de ideas, y al final no hacemos lo que tenemos que hacer. Es cierto que no se trata de ser demasiado exigente con uno mismo y que de vez en cuando nos podemos permitir (y debemos) el lujo de no hacer nada. Pero ha de ser una decisión libre en el sentido de tener ganas de no hacer nada y siempre que se utilice como una medida de descanso y no como una manera de evitar nuestras responsabilidades.
Recomiendo para ampliar conocimientos sobre este enlace "Acción y sentimiento van juntos", la lectura de los Libros: " Más despacio", Richard Carloson y Joseph Bailey / "Crear en la vanguardia" José Antonio Marina/ "Aprendo a vivir", Bernabé Tierno.
Nuevamente gracias por vuestra Atención y un abrazo,
Maria Helena
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