jueves, 21 de julio de 2011
Elogios un bien escaso
Purificación Sierra, Profesora de Psicología del Desarrollo de la UNED: Hay una cierta unanimidad entre los psicólogos en que nos falta cultura del reconocimiento y que por eso nos resulta mucho más difícil felicitar que criticar. Estamos entrenados en la auto exigencia y la exigencia a los demás, pero no en ver lo positivo y realzarlo, damos por supuesto que las cosas han de ir bien y que si van mal hemos de quejarnos.
Úrsula Oberst Profesora de Psicología en la Universidad Ramón Llull: tenemos más a criticar porque la crítica tiene que ver con la rabia, con manifestar nuestro disgusto y es más fácil expresar la rabia que las emociones positivas.
Francisca Berrocal Profesora del Master de Psicología del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid: no tenemos cultura del premio, ni en el ámbito familiar ni en el de las empresas “Solo se felicita lo excelente y eso es muy difícil de alcanzar, así que sólo se hace una vez de cada muchas o de cada nunca. Es más difícil felicitar que criticar porque un buen elogio ha de ser INMEDIATO, DETALLADO Y OPORTUNO.
Manuel Martin-Loeches, Profesor de Psicobiologia en la Universidad Complutense y Coordinador de Neurociencia Cognitiva del Centro de Evolución y Comportamiento Humano, enfatiza que este sesgo negativo no es casual, que hay razones biológicas que justifican que nos fijemos más en lo negativo y que seamos más dados a la crítica que al elogio. Está comprobado y demostrado que el cerebro está programado para atender con más prioridad en el tiempo y con más zonas implicadas a todo lo que sea emocionalmente negativo que a lo positivo. La explicación más creíble es que este sesgo que se observa también en otros mamíferos, es adaptativo, que es una impronta dejada por la evolución. En medios hostiles, en la plena naturaleza, quien mejor sobrevive y deja más descendencia(que es el fin de la evolución) es quien reacciona lo antes posible ante un estímulo negativo, porque si pierdes la oportunidad de huir pierdes la vida, mientras que si dejas pasar una oportunidad positiva no es tan grave, puede haber una segunda, por eso los individuos que sobrevivieron más tiempo y dejaron más descendencia fueron los que reaccionaban con más rapidez ante lo negativo y nosotros descendemos de ellos, así que este mecanismo de nuestro cerebro, este sesgo negativo, no nos hace más felices pero si nos permite sobrevivir más.
Como ejemplo de las consecuencias de esta impronta biológica que nos lleva a ver antes lo negativo y darle más importancia cita algunas experiencias que han demostrado que hacen falta tres o cuatro acciones positivas para poder compensar el efecto de una acción negativa en la imagen que se tiene de una persona. Pero que para sobrevivir sea más importante lo negativo y el cerebro lo priorice no quiere decir que la mente no atienda a los estímulos positivos. Parece que también hay razones biológicas que explican por qué el refuerzo positivo es una potente herramienta de motivación. El refuerzo positivo es un gran activador cerebral, genera placer, una caricia, una sonrisa, unas palabras amables estimulan los mismos circuitos cerebrales del placer que un sabor dulce, una música agradable, que un cuadro bonito o que las drogas. Y que se trata de un comportamiento básico, que se da en niños, adultos y animales sin apenas diferencias.
Úrsula Oberst, Profesora de Psicología en la Universidad Ramón Llull: en la pareja el reconocimiento de los aspectos positivos del otro es un instrumento fundamental para una buena relación. Las parejas que funcionan bien se expresan mucho su reconocimiento, si uno dice cosas positivas al otro, quien las recibe se predispone afectivamente en su favor, y se produce una retroalimentación positiva que mejora la relación, en cambio, cuando lo que se recibe son críticas, uno se siente mal y se predispone contra la otra persona, contesta mal y se retroalimenta el conflicto.
Aprender a reconocer a la pareja:
Si reprochamos a la pareja que deje la ropa o papeles por medio, ¿Por qué no alabar lo ordenado que tiene un día el estudio, la cocina o los zapatos en el armario? Es cuestión de entrenarse. En vez de esperar a que surja un sentimiento positivo hacia el otro, se ha de animar a dar refuerzos positivos al otro aunque no tengan ganas y funciona, porque quien recibe el comentario positivo, al sentirse valorado, se predispone afectivamente en favor de la pareja, y se produce una retroalimentación positiva. Se admite que no es fácil porque uno llega a casa cansado del trabajo y de las obligaciones cotidianas y el amor de la pareja, de la familia, se da por descontado, se considera algo gratuito, por lo que no hace falta expresar reconocimiento. Pero cuando se hace, cuando decimos lo que sentimos de forma positiva, la otra persona se alegra y todo mejora, incluso las rutinas cotidianas. (Úrsula Oberst, Profesora de Psicología en la Universidad Ramón Llull).
Aprender a reconocer a los hijos:
A la hora de elogiar a los hijos los padres han de ser cautos y analizar, con objetividad su estilo educativo. Porque es cierto que son muchos los que se pasan el día regañándolos por sus malas conductas y nunca les pillan haciendo algo digno de elogio, pero también hay familias que caen en el halado desmedido y una gran permisividad. A veces los padres no han cortado el cordón umbilical y cualquier éxito o error de los hijos los encaran como algo personal y confunden su obligación con lo excepcional y eso les lleva por ejemplo a premiar las notas cuando estudiar es su obligación. El refuerzo ha de ser inmediato, gradual en función de la edad y de los pequeños éxitos que los niños van teniendo para reforzar la autoestima. Y apunta que el buen humor y transmitir una actitud de confianza son dos buenas manera de reforzar de forma positiva. La clave dicen los psicólogos es usar elogios concretos referidos al comportamiento y no a la personalidad para evitar que resulte arbitrario. Y no abusar, limitar tanto las criticas como las alabanzas para que tengan significado cuando sean necesarias. Para quienes tienen dificultades en hallar motivos de alabanza en la conducta de sus hijos, los expertos apuntan que se trata de elogiar los adelantos, no solo las excelencias. El elogio no siempre ha de ser verbal, puede ser una caricia, un beso, una sonrisa, un relato positivo de una conducta delante de la familia o los amigos(Victoria Gómez Pedagoga).
Úrsula Oberst, Profesora de Psicología en la Universidad Ramón Llull: Que el reconocimiento de los logros del otro pueda ser positivo no quiere decir que haya que elogiar todo ni siempre. Las felicitaciones excesivas, inoportunas o mal planteadas tienen sus riesgos y pueden resultar contraproducentes. En el caso de los niños, por ejemplo, no se puede pecar de halagos y olvidarse de corregir las conductas, ni elogiarles por cumplir sus obligaciones o felicitar sus acciones porque gustan a papa o a mama, sino porque sean conductas positivas para la convivencia o que tiene un valor social. La receta, dicen los expertos, es usar elogios concretos, detallados, y referidos siempre al comportamiento, no a la personalidad. No se trata de decirle a los niños “eres un campeón” sino de reconocerle “has hecho muy bien tu cama” “has sido muy educado mientras esperábamos a que nos atendiera el doctor” o “como has recogido la mesa, ahora podremos jugar en ella”. En lugar de “eres un artista” se le puede reconocer el esfuerzo realizado en un dibujo elogiando los detalles que aparecen y diciendo “quedará precioso para decorar la clase”. El objetivo es conseguir que el niño no trabaje para el elogio o para agradar a los adultos, sino para la convivencia.
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