sábado, 17 de mayo de 2025

La belleza del plan b

La belleza del plan B

Casi siempre empiezo con entusiasmo. Me digo: “Esta vez sí. Haré eso que me gusta. No dejaré pasar la oportunidad.”
Y salgo, con ese brillo interno que da el deseo.

Pero a mitad del camino, aparece una voz.
“Uy, se me ha hecho tarde.”
“Ya no voy a llegar.”
“Mejor lo dejo para otro día.”

Y ahí cambio el rumbo.
No hago lo que planeaba.
Hago algo parecido. Algo que no era la idea original, pero que me recoge igual, como un banco en la sombra cuando no llegas al parque.

Durante mucho tiempo vi esos cambios como derrotas pequeñas. Como si traicionara mis ganas.
Pero hoy me pregunto:
¿Y si el plan B también tiene su belleza?

Tal vez la merienda en otro sitio fue justo lo que necesitaba.
Tal vez esa conversación inesperada valía más que el destino al que no llegué.
Tal vez el mar, aunque fuera solo por cinco minutos, me habló igual.

La belleza del plan B está en su humildad:
No brilla tanto como el plan A, pero es suave, flexible, generoso.
Te dice: “No llegaste a donde querías… pero llegaste a ti.”

Y como dice Eduard Sala,
“La esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido sin importar el resultado final.”

Quizás de eso se trata. De confiar en que lo vivido, aunque distinto, tiene sentido, mientras siga caminando...

Imagen y texto creados con ia

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