viernes, 1 de marzo de 2013

Tener un pensamiento positivo ayuda a evolucionar


El presente estudio procuró analizar la importancia del sostén y la educación familiar para ayudar a los padres en situación de riesgo por pobreza, a construir relaciones seguras y positivas con sus niños.
Particularmente, se sugiere la realización de talleres psicoeducativos en el ámbito escolar, dirigidos por profesionales.( Universidad Adventista del Plata - CONICET, Argentina).

Por lo tanto no he compartido más información relacionada con esta sugerencia , me he centrado en los puntos que nos servirían para una aplicación de autoayuda en nuestra vida, independientemente de la intervención de los organismos educativos.

A continuación del resumen del estudio FORTALECIMIENTO EMOCIONAL DE LAS FAMILIAS EN SITUACIÓN DE POBREZA: UNA PROPUESTA DE INTERVENCIÓN DESDE EL CONTEXTO ESCOLAR y  como es mi costumbre relacionaré esta información con un vídeo de World Business Ideas del Psicólogo Positivista de Harvad- Tal Ben Shahar,  y con una breve entrevista en el Diario Expansión del 2 de Abril del 2012 a Luis Rojas Marcos Profesor de Psquiatría de la Universidad de New York y lo haré en el orden expresado(Ma.Helena Bonilla).

Resumen del estudio de investigación realizado por : Laura Beatriz Oros- Jael Alejandra Vargas Rubilar -Universidad Adventista del Plata - CONICET, Argentina


Fortalecer la familia es una condición sine qua non para la superación de la pobreza.

Para fortalecer los afectos positivos en la niñez es necesario optimizar el vínculo parento-filial debido a que la experiencia emocional de los niños se ve afectada principalmente por el tipo de relación que desarrollan con sus padres o cuidadores y por la propia experiencia emocional de estos últimos.

Las familias en vulnerabilidad social por pobreza están expuestas a una peligrosa combinación de estresores, entre los cuales se pueden mencionar: el desempleo, las redes sociales restringidas, el hacinamiento, la exclusión, la deprivación cultural, los bajos ingresos, las viviendas precarias, el saberse pobre, entre otras
Gran parte de estos hogares son monoparentales, las madres, en medio de situaciones adversas deben cumplir la totalidad de las funciones parentales e incluso la de sostén de la familia.

Si nos focalizamos particularmente en la crianza de los hijos, las tres funciones más importantes se encuentran debilitadas o disminuidas en la mayoría de los progenitores que viven en contextos socioeconómicamente desfavorecidos: la nutriente o afectiva, la socializadora y la educativa.

La función nutriente hace referencia a la experiencia emocional que hace posible nutrir y cuidar a los hijos y está dada por el apego seguro y la capacidad de empatía parental que se da en este proceso. Por otra parte, la función socializadora es la que hace posible la construcción del concepto de sí mismo o de la identidad de los hijos. Esta función es la que facilita las experiencias relacionales en otros ámbitos. Los padres funcionan como modelos de aprendizaje para la convivencia social. En cuanto a rol educativo, los padres enseñan a sus hijos a través de diferentes modelos educativos Los padres que viven en condiciones de vulnerabilidad social por pobreza presentan altas probabilidades de enfrentar una sucesión de problemas, más allá de la deprivación material, que afectan sus competencias parentales. Estas son bajos niveles de educación, poca calificación para el trabajo, falta de acceso a trabajos bien remunerados y servicios de salud, aislamiento, enfermedades físicas y mentales y violencia intrafamiliar.

“La pobreza va casi siempre acompañada de una deprivación psico-afectiva. La familia por lo general está distorsionada, no cumpliéndose los roles parentales normales.
Los procesos de interacción padres-hijos, vulnerados por la pobreza, suelen caracterizarse por un bajo nivel de sostén y contención y escasas manifestaciones de afectos positivos como la ternura y la sensibilidad. La parentalidad, en estos contextos, se caracteriza, entonces, por baja expresividad afectiva, tendencia al desapego y a la negligencia, roles confusos o delegación de los roles a terceros, dificultad para establecer límites adecuados, estrés parental y/o depresión, maltrato grave y abandono total en los casos más extremos.

La salud emocional de los niños pobres se ve seriamente disminuida en comparación a otros niños, posiblemente porque sus principales modelos de referencia proveen una escasa estimulación emocional  y presentan una probabilidad más elevada de desarrollar disturbios emocionales como irritabilidad, depresión o ansiedad. Como resultado de vivir en las condiciones de adversidad descriptas, la autoestima se erosiona, se truncan las aspiraciones, aumenta la frustración y el fatalismo, y disminuye la sensación de control interno de las situaciones, al tiempo que prevalecen las crisis y se debilitan los recursos de afrontamiento

Un enfoque positivo

Las nuevas investigaciones psicológicas demuestran que hay familias pobres que pueden afrontar exitosamente las dificultades (Barudy & Datagnan, 2005) y otras familias que podrían llegar a hacerlo si recibieran la ayuda indicada, ya que cuando los vínculos familiares y los recursos psicológicos alimentados por ellos, no se han desarrollado en forma natural, la sociedad, en el rol de los profesionales de la educación y la salud, puede intervenir para promoverlos o fortalecerlos cambiando positivamente el curso de los resultados .
La atención debe dejar de centrarse en los problemas y debilidades, el enfoque de la resiliencia permite pensar que a pesar de las dificultades, las familias pueden desarrollar recursos que les permitan alcanzar estados aceptables de bienestar.

Familias resilientes

La resiliencia es un proceso en el que interactúan factores sociales, emocionales cognitivos y ambientales que permiten conseguir una adaptación positiva en medios que amenazan el desarrollo humano saludable “aunque la pobreza no es una condición de vida aceptable, no impide el desarrollo de la resiliencia”.

Identificar algunas cualidades que distinguen a las familias resilientes. Si se analizan con detenimiento estas cualidades, se verá que la mayor parte de ellas tiene sus raíces o se vincula estrechamente con la experiencia y expresión adecuada de las emociones, con especial énfasis en las emociones positivas como el amor, la ternura, la gratitud, la simpatía, la serenidad, la satisfacción con uno mismo y el buen humor. La razón por la cual estas emociones están en la base de muchos comportamientos resilientes es porque facilitan estilos de pensamiento creativos y flexibles, actitudes tolerantes frente a la frustración, posibilidades conductuales más amplias para resolver con eficacia diferentes problemas de la vida cotidiana, y mayor tendencia a la proximidad interpersonal.

El amor, por ejemplo, es un elemento vital que facilita el apego. El desarrollo de un vínculo seguro, cálido y amoroso entre padres e hijos contribuye a la cohesión familiar y sienta las bases para un desempeño social y emocional saludable en la infancia. Los niños criados por adultos afectuosos, sensibles y responsivos tienen mayor probabilidad de ser emocionalmente flexibles, seguros, independientes, perseverantes, alegres, amistosos y empáticos.

La gratitud es otra emoción capaz de disparar nuevos recursos psicológicos ya que retroalimenta los comportamientos prosociales, incrementa el bienestar personal y relacional, promueve otras emociones positivas como la alegría, la felicidad, la satisfacción con la vida y la esperanza, y se relaciona con mejores niveles de salud, entusiasmo, energía e interés por las tareas Al mismo tiempo tendría una función protectora contra sentimientos negativos como la envidia y la depresión.

Otra emoción positiva que favorece el bienestar interpersonal es la simpatía, también llamada empatía emocional. Esta experiencia afectiva permite que los individuos sintonicen con la emoción ajena manifestando un genuino interés por las necesidades de los demás lo que conduce a la ejecución de comportamientos altruistas y prosociales al mismo tiempo que disminuye la ocurrencia de comportamientos agresivos.

La serenidad, por su parte, podría considerarse una de las emociones positivas más asociadas al afrontamiento exitoso del estrés Esta emoción facilita la capacidad de reflexión, predispone a la acción, aumenta la receptividad y desarrolla la creatividad (Nadeau, 2001) posibilitando la sustitución de las conductas violentas por comportamientos socialmente hábiles. La satisfacción personal, es una emoción que implica el fomento de la propia identidad y la autoatribución del mérito de logros valiosos (Lazarus, 2000). 

Tiene que ver con la valoración, la conformidad y la aceptación de uno mismo. En este sentido, el concepto de satisfacción personal está estrechamente ligado al de autoestima. El sentimiento de valía personal se origina muy tempranamente, siendo los padres o cuidadores, el primer punto de referencia. Los niños que crecen en hogares donde se sienten aceptados, amados, protegidos, y donde se incentivan sus logros y se destacan sus cualidades positivas muestran un nivel de satisfacción más elevado que los niños que han crecido bajo la tutela de padres abusadores, críticos, burlones y poco afectivos (Musitu & Gutiérrez,1984). 

El grado en que los niños se consideran capaces y valiosos incide sobre su desempeño general y sobre la forma de percibir y manejar las situaciones difíciles de su entorno.

El buen humor y la alegría relajan el sistema nervioso y reducen los niveles de estrés, incrementando la liberación de endorfinas y serotonina, hormonas que propician la analgesia, la serenidad y refuerzan el sistema inmunológico Cuando predomina un estado de ánimo alegre y de buen humor aumentan las probabilidades de ser considerados y amigables con otros (Lazarus & Lazarus, 2000), favoreciendo así la vinculación interpersonal. Autores como Ritz (2004) mencionan que el buen humor actúa también como un importante recurso de afrontamiento frente a la adversidad, ayudando a los individuos a superar saludablemente las crisis y fracasos. “Puede disminuir la tensiones, permitir que los miembros de la familia se sientan más cómodos, ayudarlos a superar circunstancias estresantes y devolverles una perspectiva positiva.


Video World Business Ideas -Tal Ben Shahar Psicólogo Positivista Harvad

 


Entrevista Diario Expansión 2/4/2012 a Luis Marcos Rojas Profesor de Psiquiatría de la Universidad de New York



Tener un pensamiento positivo ayuda a evolucionar : Luis Marcos Rojas

"Las personas tenemos, consciente o inconscientemente, una gran capacidad para darle a la vida un matiz positivo. Si no fuera así, el mundo iría a menos, porque no habría interés". El discurso de Luis Rojas Marcos está plagado de mensajes optimistas. Tampoco es de extrañar, dado que es un hombre que se declara muy feliz (en una escala de felicidad, se concede una nota de 8,5 sobre un máximo de 10).

Asegura que su caso no es excepcional. "El 90% de las personas puntúa su nivel de satisfacción con la vida por encima del 7, y es porque el ser humano tiende a ver las cosas de la mejor forma posible", una afirmación que no decae ni con la inevitable referencia a la crisis económica. "Creo que hay que separar el ambiente de lo que el individuo siente. Indudablemente, esta crisis afecta a muchísimas personas y la pérdida de trabajo supone una situación muy estresante, no sólo por la parte económica, sino porque el trabajo es una fuente de identidad y autoestima".

El secreto de esa actitud positiva está, como en casi todo lo que afecta a los humanos, en los genes, aunque "es cierto que esa genética se ve condicionada por las experiencias". Rojas Marcos comparte la tesis de que los genes de la felicidad están ligados con el instinto de supervivencia, porque "las personas que piensan que pueden hacer algo por salir de una situación adversa, la superan mejor que las que se sienten sin esperanza. Tener un pensamiento positivo y confiar en que podemos hacer algo por mejorar es crucial para sobrevivir y evolucionar".

Sólo así se explica que podamos sobreponernos a situaciones tan traumáticas como los atentados del 11-S, un episodio que el psiquiatra español, afincado en Nueva York desde 1968, vivió muy de cerca, ya que entonces era el responsable de los hospitales públicos de la ciudad y miembro del Consejo del Control de Emergencias. "Fue un momento crítico. Durante un tiempo, los atentados interferían en nuestra felicidad. Pero aquello tan inesperado y dramático nos enseñó que había que disfrutar el día a día y apreciar cosas tan sencillas como una buena conversación con un amigo o familiar".

Su experiencia y su actitud le convierten en una de las voces más autorizadas para hablar de optimismo, felicidad y autoestima (es autor de 14 libros que abordan estos temas), y por eso es un ponente destacado del II Congreso Internacional de la Felicidad -organizado por Coca-Cola-, que tendrá lugar en Madrid los días 9 y 10 de abril. "Me sorprende que en España se celebre una reunión sobre este asunto, ya que aunque la felicidad y el optimismo se reconocen a nivel individual, está mal visto admitirlos abiertamente. Si en una reunión alguien dice que es optimista, le miran como si fuera ingenuo e, incluso, ignorante. Y más en los tiempos actuales, cuando no se puede admitir que lo llevas bien...".

Cosas que dan felicidad
Acerca de cómo se puede ser más feliz, Rojas Marcos insiste en que no todas las personas son dichosas con lo mismo. Pero ¿quién es más feliz, el que manda o el que obedece? "No hay reglas y depende del carácter y las expectativas de cada uno. En general, tener un papel de líder, aunque no sea el presidente de una compañía, basta ser un padre de familia o un profesor, satisface a las personas. Quienes dedican, al menos, un par de horas semanales a ayudar a otros, tienen la autoestima más alta, y en un desastre, las personas que asumen el liderazgo espontáneamente y guían a los demás tienden a sobrevivir mejor".

¿Qué hace feliz a Luis Rojas Marcos? "Yo diversifico y lo aconsejo. Tengo varias fuentes de satisfacción: mi familia, mis amigos, mi trabajo, la música (toco la batería y el piano) y tengo la manía de correr por Central Park. He corrido la maratón de Nueva York 19 veces seguidas, pero no lo recomiendo. ¡Ya es una obsesión y el día que no pueda hacerlo me va a pasar algo!", asegura con una amplia sonrisa.




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