Si, bajo los efectos del LSD, una persona no se contenta con sufrir alucinaciones, ver formas geométricas atractivas y tener extraños sueños, sino que también cree ver u oir a Dios, abordamos nuevas cuestiones, las de la metafísica. Y estos últimos años, los neurólogos han abordado ese ámbito, reservado normalmente a la filosofía y a la teología, para crear la neuro-teologia, eliminando asi un tabú. Estudian los fenómenos de la creencia en Dios en el laboratorio, buscando demostrar, mediante el uso de métodos cientificos, la existencia de un área cerebral de Dios.
Ya se descubrió en los años 70 que las drogas alucinógenas provocan experiencias trascendentes. El Viernes Santo de 1962, un jóven médico y teólogo norteamericao, Walter Pahnke, realizó una de las primeras experiencias de misticismo experimental. Administró cápsulas a una veintena de estudiantes de teología de Boston. La mitad recibió un placebo y la otra mitad recibió 30 miligramos de psilocibina. La misa de Viernes Santo fue retransmitida por altavoces a los participantes en la experiencia, que se encontraban en el sótano de la capilla. Después de la experiencia, cada uno tuvo que responder a cuestionarios relativos a su experiencia : la mayoría de los voluntarios habían vivido experiencias místicas y espirituales bajo los efectos de la psilocibina. Huston Smith que llegó a ser posteriormente un filósofo de la religión, fue uno de los participantes que recibieron la psilocibina, describió asi su experiencia:
En el momento culminante de la misa, una voz de soprano cantaba un cántico. Esa voz de angel me sumergió inmediatamente en un estado que los hinduistas denominan una experiencia Bhakti: un estado de amor a un Dios encarnado. Sin embargo, también hubo reacciones negativas durante la experiencia, pero no se les dió publicidad: uno de los participantes sufrió una reacción psicótica grave. Estaba convencido de que Dios le había escogido para anunciar la llegada de la era de la paz al mundo. Se marchó de la capilla para ir a la ciudad y proclamar la buena nueva en las concurridas calles. Fue necesario que varias personas lo llevaran de nuevo a la capilla y lo calmasen, inyectándole un neuroléptico. Hay que considerar estas experiencias limite como experiencias místicas auténticas o como psicosis? la cuestión sigue abierta.
Fuente: Mente y Cerebro , No. 37, 2009
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